viernes, 3 de octubre de 2008

FELIZ NAVIDAD!! OUOUOUUU

El lunes pasado era todavía septiembre, 29 para ser exactos y en la panadería de mi calle ya había borrachuelos al verlos me dio como un no sé qué, una angustia, un medio tembleque así, en las piernas, borrachuelos en septiembre, caray, y también había una caja con mantecados a granel, y otra con roscos.
Cuando yo era chico, ponga usted unos treinta años atrás, los borrachuelos los hacía mi madre el día de la lotería, el 22 de diciembre, que era cuando, y nunca antes de esa fecha, empezaba la Navidad, y todas las vecinas hacían lo mismo. Todavía no había llegado la costumbre de los viajes de fin de curso que vino algunos años más tarde y aquellas ventas de papeletas primero y directamente de las cajas de Surtidos de Estepa después. Aún era todo algo más tradicional, más racional, más a la medida del ser humano, desde mi punto de vista, pero ahora no, ahora vamos como quemando etapas, convirtiendo las épocas naturales en motivos para hacer caja, por lo que cuanto más las adelantamos, más caja hacemos.
De manera que la Navidad, hace ya unos años, empezó a tener una celebración de más de un mes, desde el puente de la Inmaculada hasta después de Reyes, y todo se llenaba de iluminación festiva, y de los dulces típicos de la época, y de escaparates con papás noeles invitándonos a estrujar hasta la extenuación la tarjeta de crédito pero ahora la adelantamos incluso más, y cuando todavía hace tiempo para darse un baño en la playa los mostradores se llenan ya de productos típicos de la Pascua.
Lo malo es que las cosas así pierden su sentido. Para los niños de mi generación era una fiesta, una auténtica fiesta, andar aquella tarde del 22 de diciembre (cuando ya nuestros padres confirmaban en los periódicos vespertinos que traían la lista tomada ´de oído´ que ese año tampoco les había tocado ´el Gordo´) de casa en casa probando lo que hubieran hecho en cada una de ellas. Un borrachuelo aquí, un rosco de vino allá, y un empacho importante al día siguiente, Pero todo tenía, ya digo, un sentido lógico, esa naturaleza de las cosas que las hace ser oportunas en su momento y totalmente grotescas fuera de ellas, como comerse medio kilo de borrachuelos bajo un sol todavía de verano.
Hace años que venimos empalmando celebraciones muy antinaturalmente. Pasamos de la playa a la Navidad saltándonos el otoño, y luego empalmamos la Navidad con los carnavales, los carnavales con la Semana Santa, la Semana Santa con el Rocío, y el Rocío con la playa. Sin pausa, sin reposo, pero con mucha mercadería y todo tan deprisa como marcan los tiempos que vivimos, unos tiempos locos en los que creemos que llegamos tarde a todo, que nada va a estar allí si no nos damos prisa en llegar para, de inmediato, salir corriendo de nuevo.

Con esta canción espero que disfruteis del VERDADERO espiritu de la Navidad.



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