miércoles, 17 de diciembre de 2008

EN LO QUE SE FIJA UNO AL IR AL HOSPITAL...

Por causas que realmente no puedo explicar (literalmente: me resulta cero plausible hallar el motor de lo que me sucedió), sazonadas con algo de aprensión por mi parte, pasé sobremesa y tarde en un servicio de Urgencias. Hacía meses (vesicula del demonio) que no palpaba la realidad más apremiante de un hospital, pero la experiencia confirmó mis recuerdos: por ejemplo, antes siquiera de echarme un vistazo para examinar qué me había llevado hasta el ambulatorio (paso previo a mi redireccionamiento a la consulta sin cita), la doctora se dedicó a rellenar unos cuantos formularios y desembarazarse de un buen montón de burocracias. Poco después, tenía una pegatina en mi camisa que me identificaba. La cosa, ese plus textil que afirmaba tajantemente que yo era Manuel J P M, no fue suficiente: seguía encontrándome desconcertado, perdido, raro por la irracionalidad del hecho que propició mi periplo hospitalario. No ayudaron tampoco la decena de personas en camilla por el sufrimiento, los familiares nerviosos, los rostros de personas que lloraban para dentro, el continuo ir y venir rutinario de celadores y facultativos...
Pero en un momento todo cambió: el hombre que llamaba a las pegatinas para conducirlas a las consultas gritó "Francisco Alberto Sinatra". Sonreí... Era el nombre castellanizado de la gran "Voz". Imposible que fuera una broma. Había alguien que se llamaba exactamente igual que Sinatra. Poco después me fijé en una chica a la que habían colocado en una sillita de ruedas, estaba desconsolada por el dolor, su familiar trataba de animarla: "Venga, Dolores, queda poquito". Algo le dolía intensamente y ella se llamaba Dolores. Todo parecía recobrar sentido, como si la realidad fuera un tetris donde todas las piezas encajan misteriosamente. Tras salir en un taxi de Urgencias (todo en orden: gracias por la preocupación), puse la mirada en los edificios y tiendas, y vi un local regentado por chinos que se llamaba: ´He Ming Wai´. Como si el autor de ´El viejo y el mar´ fuera un samurai. Fue el comienzo de mi restablecimiento. Así que cuando, aún en el coche, me di cuenta de que alguien había escrito "Vicky te quiero" en un contenedor de basura acepté con sosiego y una sonrisa que la vida discurre por caminos extraños.

AIIINS


AIIIINS II

1 comentario:

ordago13 dijo...

que cosas...

curioso blog...

te encontre gracias a amazonita...

te invito:
republica libertaria de las tortugas